martes, 17 de junio de 2008

Un mordisco verdadero del lobito bueno

¿De qué sirve esperar en la guarida,

animal carroñero agazapado,

lleno de rabia airada y esperanza?

La sangre ya chorrea por la boca,

esputos sobresalen de los ojos ,

cada célula y músculo buscan guerra:

descuartizar desgarros a pedazos;

comer sobras hambrientas de futuro;

topar con cornamenta y luz de topo;

clavar garras profundas en el cuerpo;

vengarse del destino de la loba;

soñar en madriguera mil batallas;

asestar puñaladas a la sombra;

proyectar mil ataques, mil hazañas.

Repudiar el rebaño jamás sirve

porque el criterio grande gana siempre

al plan iluminado y más sensato.

La vida ha demostrado con sus años

que es preferible andar sin ser pastor

entre corderos, ovejas, borregos,

con la fuerza secreta y voz aullante

del lobo disfrazado solitario

con traje en piel ovina, piel hipócrita.

De este modo discreto pero cierto

subsiste el canis lupus corderil

sabio distinguidor de ser y estar,

egregio sin la fama pero egregio,

gregario pero egregio en lo secreto.

De la verdad el precio inapreciable

lo paga con precioso sueldo antiguo

el predador mamífero carnívoro.

El aullido demente es comprendido

por muchos monjes viejos y del campo.

Al fin la bestia, parda de oscuridad

abandonó cavernas enfermizas

se resignó al destete, y caminó

de frente.

Enfila abismos ciegos, rutas nuevas,

recorre acantilados ululante,

brinca con pata firme sin despeño.

Su mordisco no cruje en fauces propias,

ni se empañan sus ojos con la rabia,

tan sólo afronta solo solamente

caminillos de piedras y de arena,

oreando su cuerpo con sol tibio,

buscando lametones juguetones.

Animal carroñero agazapado,

¿De qué sirve esperar en la guarida

cuando la sola jungla está en la vida

y las armas son alma, voz, sonrisa?


© by I.M.C.

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