lunes, 23 de mayo de 2011

Operaciones especiales

De una rinitis renal,
un constipado mortal,
quedarás estupefacto,
detenido en el taller,
desguazado con cuidado.
No esperabas, lo sé,
bisturí acariciante,
ni que metieran mano,
disfrazada de látex,
en tripas corazón.
Pero son muchos años
sin sal en la vida
y sin vida en la sal,
con la magia potasia,
con tres litros de agua,
con cansancio secreto
y sin rendirse nunca.
El cuerpo ha dicho basta.
Y, mientras tanto, el alma
más sabia sí se adapta,
respirando aliviada,
ya libre de la carga.
No esperabas, lo sé,
un regalo de hermana,
un pedazo de carne
que salte la diálisis,
que bombee la sangre,
al menos unos años.
Nos vemos en quirófano,
no respires muy hondo,
y si subes un poco,
baja rápido al suelo
mientras dure el injerto,
mientra dure el trasplante.
Saca provecho, ahora,
del decisiete vivo,
residuo que sí sirve.
Y si no lloras, ríe.

© by I.M.C.