Del bombín de mi cabeza,
de mis dedos de Merlín,
de mi chistera vital,
de mi varita de letras
puedo conseguir si quiero
cien mil flores para ti,
mañanas con ruiseñores,
besos que no tengan fin,
lentillas multicolores,
peines para suave crin;
que la vida sea milagro,
que el café no sepa amargo,
que el abrazo sea largo,
que te encumbres por feliz.
Puedo hacerte sonreír.
Puedo escribir noctámbulo
cien versos de desayuno
y grabarlos uno a uno
con mis manos en tu piel;
darte de comer con lengua,
sin tenedor ni cuchara;
cuidarte si estás enferma;
llorar por las penas tuyas,
reír pot tus alegrías;
protegerte con mi abrazo;
mirarte hablar con extraños
porque sé que estamos cerca;
desnudarte con los ojos
y vestirte con las uñas;
mandarte postales raras
y mil cartas sin distancia
de mi lado de la cama.
Limpiar desnudo el lavabo,
fregar sin trapos la casa,
matar veinte cucarachas.
Empujarte hacia el futuro,
arrancarte del pasado,
acunarte en el presente,
sostenerte mientras nadas,
preferirte a todas, todas.
Bañarme por ti en el hielo,
comprar cometas del cielo,
caminar sobre las brasas.
Recordarte cada día
a las puertas de tu oído
el secreto compartido
de un amor como los otros
pero sólo nuestro nuestro,
grande sin tasa ni precio.
Espigar bellas palabras,
(regaladas generosas)
del listado de instrucciones
que aparece mientras compro
latas de supermercado.
Ser el hombre con mis hombros
que te ofrezca su regazo,
que te instale los armarios,
que te pinte las paredes,
que juguetee en tus sienes.
A pesar de forma humana
puedo si quieres y quiero
sin facturas ideales
convertirte en diosa amada
protagonista de carne
de nuestro juego venéreo.
Puedo, puedo, puedo, puedo.
Quiero, quiero, quiero, quiero.
© by I.M.C.
de mis dedos de Merlín,
de mi chistera vital,
de mi varita de letras
puedo conseguir si quiero
cien mil flores para ti,
mañanas con ruiseñores,
besos que no tengan fin,
lentillas multicolores,
peines para suave crin;
que la vida sea milagro,
que el café no sepa amargo,
que el abrazo sea largo,
que te encumbres por feliz.
Puedo hacerte sonreír.
Puedo escribir noctámbulo
cien versos de desayuno
y grabarlos uno a uno
con mis manos en tu piel;
darte de comer con lengua,
sin tenedor ni cuchara;
cuidarte si estás enferma;
llorar por las penas tuyas,
reír pot tus alegrías;
protegerte con mi abrazo;
mirarte hablar con extraños
porque sé que estamos cerca;
desnudarte con los ojos
y vestirte con las uñas;
mandarte postales raras
y mil cartas sin distancia
de mi lado de la cama.
Limpiar desnudo el lavabo,
fregar sin trapos la casa,
matar veinte cucarachas.
Empujarte hacia el futuro,
arrancarte del pasado,
acunarte en el presente,
sostenerte mientras nadas,
preferirte a todas, todas.
Bañarme por ti en el hielo,
comprar cometas del cielo,
caminar sobre las brasas.
Recordarte cada día
a las puertas de tu oído
el secreto compartido
de un amor como los otros
pero sólo nuestro nuestro,
grande sin tasa ni precio.
Espigar bellas palabras,
(regaladas generosas)
del listado de instrucciones
que aparece mientras compro
latas de supermercado.
Ser el hombre con mis hombros
que te ofrezca su regazo,
que te instale los armarios,
que te pinte las paredes,
que juguetee en tus sienes.
A pesar de forma humana
puedo si quieres y quiero
sin facturas ideales
convertirte en diosa amada
protagonista de carne
de nuestro juego venéreo.
Puedo, puedo, puedo, puedo.
Quiero, quiero, quiero, quiero.
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