Con los ojos fascinas, con tu encanto
perturbas y conturbas mas no estorbas;
la vida se te sale de las cuencas
en un huracán fílmico caliente
que abanican pestañas de refresco.
Si la mirada es larga nada valen
parapetos, escudos, mil palabras.
Desmontas al jinete y descabalga.
El bolsillo gotea duros, céntimos,
con roto tintineo que despista
al cazador de bancos avalista.
El desatento yerra por las rectas,
avieso de mirada y de intención.
Quizás quien sí persiste te refleja
y devuelve a su vez fuego de ráfaga.
Las niñas de haz lumínico bestial
congelan bifocales cualquier gesto,
detienen como el rayo vida y tiempo.
El objeto se mece en fogonazos,
en un mar blanco y negro revelado,
en flashes retroversos o venturos.
Las fotos de mirada no perecen,
mientras la carga eléctrica perdure
en forma de sinapsis que recicla.
Enfocar objetivos subjetivos,
lanzar las anteojeras de legañas:
piojosos lacrimales desembozan
las manos trabajosas y los dedos.
Se descorren, despiertan, resucitan
los dos portones obvios de las almas
por donde fluye tórrido un torrente
de fotones que esculpen la memoria.
© by I.M.C.
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