Convidaron dos amigos
a mi persona sin blanca
luz, de negritud ausente,
por tomar parte en banquete
platónico de menú,
en ágape parafílico
para degustar erótico
tablas de queso y postura
- que no vivimos de pan -;
cada compañero elige
carne viva que le escoge,
en lugar de vianda muerta
que obedece sin impulso;
la luna encadila a todos
con su luz de flourescente:
sin pecado original,
se entrefunden por parejas
los hijos de Eva y de Adán.
El fósforo encapsulado
batalla con fricción dura
entre la lija entreabierta,
hecha de terneza y blanco,
por roer placeres líquidos,
sin perder su apagamiento.
El control oxigenado
retiene inflamación lúcida;
tras raspaduras cansinas,
tras galopes de cerillas,
llega un chispazo secreto
que se cuela entre los ojos
mientras absorbe de golpe
todo el respiro del mundo.
Sacerdotes explosionan
sin quemar polvora propia,
guardan luz en su madera,
siguen frotando con calma;
la víveres bien mascados
multiplican su sabor,
alimentan cuerpo y alma;
Por mucho que el festín dure
horas, días, meses, años,
ninguno marcha contento,
saciado del alimento;
todos quieren repetir
hasta que tiemblen los miembros,
todos quieren siempre más,
y no importa vomitar.
Conozco gulas glotonas
que murieron indigestas
por no saber retener,
ni racionar las comidas.
© by I.M.C.
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