miércoles, 24 de septiembre de 2008

Banquete de fuego

Convidaron dos amigos

a mi persona sin blanca

luz, de negritud ausente,

por tomar parte en banquete

platónico de menú,

en ágape parafílico

para degustar erótico

tablas de queso y postura

- que no vivimos de pan -;

cada compañero elige

carne viva que le escoge,

en lugar de vianda muerta

que obedece sin impulso;

la luna encadila a todos

con su luz de flourescente:

sin pecado original,

se entrefunden por parejas

los hijos de Eva y de Adán.

El fósforo encapsulado

batalla con fricción dura

entre la lija entreabierta,

hecha de terneza y blanco,

por roer placeres líquidos,

sin perder su apagamiento.

El control oxigenado

retiene inflamación lúcida;

tras raspaduras cansinas,

tras galopes de cerillas,

llega un chispazo secreto

que se cuela entre los ojos

mientras absorbe de golpe

todo el respiro del mundo.

Sacerdotes explosionan

sin quemar polvora propia,

guardan luz en su madera,

siguen frotando con calma;

la víveres bien mascados

multiplican su sabor,

alimentan cuerpo y alma;

Por mucho que el festín dure

horas, días, meses, años,

ninguno marcha contento,

saciado del alimento;

todos quieren repetir

hasta que tiemblen los miembros,

todos quieren siempre más,

y no importa vomitar.

Conozco gulas glotonas

que murieron indigestas

por no saber retener,

ni racionar las comidas.

© by I.M.C.

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