martes, 23 de septiembre de 2008

Amor y drogas


Estuve enfermo de ti,

pero luego me curé;

Fuiste un vicio para mí,

me dejaste hecho puré.

Tu dosis no me bastaba,

crecía mi (in)tolerencia:

muscular, endovenosa,

de aspiración, subcutánea

las esencias de tu amor

casi me matan la vida,

me revienta el corazón,

o me explota la cabeza,

o me deja a cero doble.
Pasé un mono de mandril,

encerrado en mi cubículo,

escarbándome en las clapas,

cegado por tu sustancia,

botando sobre mi cama,

sin afeitarme la barba.

Mis venas estaban todas

llenas de picadas blancas,

avisperos hormigueaban,

sangre de horchata y de lava.

Chocaba con la pared

pero no estaba acolchada;

me abrí la cabeza a golpes,

por ver si el melón sangraba.

Y si me metía chutes,

torcía hasta la mirada.

Me aferraba a cada micra

de perfume estupefacto,

que salía de tus nalgas,

que salía del triángulo,

cuando empujábamos, yo émbolo,

en un túnel sin retorno.

Vertí lágrimas arrítmicas,

en un síncope de infarto.

Casi me muero, lo sé

pero así vivo, así siento,

pero así vivo, así pienso,

todas las veces que vivo,

todas las que pienso y siento.

Tengo la libertad del heroinómano,

la adicción de correrme

cien abismos que me digan

que sigo vivo, peleo;

la manía del héroe, su locura,

la sed y el hambre de chungos,

agujas de fakir dentro,

morados y moratones

me recuerdan psicotrópicos:

el cerebro me revienta

- como a dobermann infecto

que devora a dentelladas

cadáveres que amanecen

en una cama prestada -

y por eso necesito

droga dura del afecto,

mas no aquel de fuente extraña,

de camello con dos tetas

que me empeta en la matriz.

De verdad que necesito

la droga de estar en mí,

en los demás y morir,

después de inyectarme en vena

todos los años que pueda.

Aprendí de la catarsis,

cuando entré en proyecto hombre,

vestido de cicatrices,

con la cabeza afeitada

y con el alma hecha trizas.

Llevé camisa de fuerza,

y empecé a vomitar sangre

mezclada con bilis negra.

Los temblores de mis noches,

hechas de nada y tiniebla,

se escuchaban en la casa

de salud mental ajena.

Me quedaron pocos kilos,

demacrados pero limpios.

Lo que fue proyecto existe,

sudado, llorado, terso,

un hombre de piedra y carne,

independiente, curado,

con cerebelo más grande,

con ventrículos crecidos,

sin síndrome de abstinente.


© by I.M.C.

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