sábado, 25 de octubre de 2008

Musa en mesa

Las musas que en la mesa me follé,

con las ansias hambrientas del licántropo,

cuya soledad pánica le aloba,

son fusión femenina de una idea.

Al lado de cuchillos y cuchillas

que cortan pan de molde o vida en vena,

aposentó su espalda, mariposa:

al principio quería destruirla,

matarla como a mosca, de un impacto,

aplastarla con peso y frenesí;

pero temprano, pronto, me rendí:

aquella enemistad nos complacía,

una pelea ardiente nos llenaba

los recipientes secos de alegría,

vacíos de las lágrimas sexuales;

yo era tábano vivo de punzada,

ella, Ío, gozosa del tormento;

- hembra de especie humana en apariencia,

guitarra musical de cuerda armónica -

aquella fue primera, más llegaron,

y todavía hoy, siguen llegando.

Las musas que en la mesa me follé

fueron, algunas veces, de papel,

mujeres de presencia restringida,

de existir contingente y más turbado,

esculturas de letras y de aliento,

variaciones del tedio sobre un tema;

fueron, algunas veces, encarnadas,

peones irredentos de mis nalgas,

torpezas implorantes de cariño,

picotazos al alma del amor.

© by I.M.C.

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