En una noche de invierno
los segundos pasan lentos,
corre con resfrío el tiempo;
el carbón de Baltasar
da de comer a la estufa
que calienta las estancias
hechas de frío y de luna.
En una noche de invierno
tu mirada de lechuza,
tus pupilas dilatadas
me sirven como candiles
para mirar sin nostalgia;
¿Qué diré de tu latido?
Mi pecho contra tu pecho
siente un miedo irracional
a perder ese sonido
que es capaz, involuntario,
de conmover al silencio.
Si tu corazón parase
yo seguiría viviendo
pero en arrabal siniestro;
mi bombeo pediría
volver a escuchar tu eco.
En una noche de invierno
caliéntame con tu abrazo,
con tu roce tierno y santo.
me engañarás con tus besos:
te sentiré primavera,
y oiremos, entre témpanos,
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