Desde la esquina absorta emparedada,
miras al otro lado tu reflejo,
piensas, mente confusa, que eres tú;
tu cerebro remira su conciencia,
con el estupor triste de ser otro,
con el estupor loco de ser nadie.
Un sensacional flujo de vivencias
dispuestas en concéntricas estancias
pasa por ojos tuyos de fe fiel
en la verdad de ser un yo distinto.
Eres el pensamiento de otros entes
alojado inquilino en cuerpo a renta;
todo aquello que sientes, ves y piensas
lo guarda en sus neuronas la cabeza
de otra persona ciega en las antípodas;
espalda contra espalda estáis los dos,
mirando al horizonte con rencor,
andróginos castrados por un dios,
privados de autarquía genital,
hermafroditas faltos del encuentro.
En la sala del estar que es el planeta,
el juego de las sillas arrebata
la esencia, vuestro jugo, vuestra enjundia.
Mientras tanto vivid, sea cual sea
el dueño de existencia o libertad,
estad siendo en el suelo del aquí.
No renunciéis a nada de ese todo
que el vacío acaricia sin un límite.
¡¡Morid cada segundo con deleite!!
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