o la sombra apropiada
que sin sol se proyectan
en días sin luz ni dios,
donde impera gris nieve.
Tampoco importa que el agua
salga con gotas contadas,
o que no haya discotecas.
El problema es descubrir
que en esta tierra no existe
la alegría de vivir
y que quedarse es perder
las ansias de ser feliz.
No compran todos los euros
un corazón saltarín,
ni compran más tiempo, muerto,
las manos abrazaderas,
las manos abrazadoras,
ni compran, maldita sea,
reposos de cafetera
futuros sin sonreír.
Prefiero ser menos rico
y gritar, en una plaza,
sin que se abran las ventanas,
y salir, sobre la una,
sabedor, toda la noche,
de que la tarima es mía.
Prefiero poder llamar,
sin teléfono ni skype,
dar una voz y ya está:
se presentan los amigos,
los que tocan, los que sienten,
los que sonríen, se pierden,
los que se encuentran y vuelven.