Espera hasta mañana
y sabrás lo que es bueno:
nadie tocará tu espalda,
ni escuchará tu voz trueno
quejarse de la jornada.
Espera hasta la noche
y sabrás cómo duele
no mirar a los ojos
de alguien que bien te quiere
(de alguien que bien te quiso).
Espera sólo un poco
y añorarás mis brazos,
de dulce fortaleza;
cuando hizo frío fuera,
siempre te sostuvieron.
Tú, que me reprochaste
cuanto no tengo o sobra,
cuanto comprar no pude,
las demasiadas caricias,
o la poca seriedad.
Espera hasta mañana
y me recordarás:
con masajes de besos,
o con muerte por ti,
desde orgasmo a defensa.
Tú, que me reprochaste
no ser míster perfecto,
calvorota, bajito,
sin ojos a la par,
redondo como el pan.
Pero no olvides nunca,
el temblor de mi voz,
al pronunciar tu nombre,
el temblor de mis manos,
al describir tu cuerpo;
el vigor de mi abrazo,
cuando estuviste triste.
Si ahora crees que estás sola,
no tengas tanto miedo,
es posible seguir,
pero es mucho más triste.
Espera hasta mañana
otro milagro, nuevo;
yo me voy con mi sombra,
mi corazón de cuero,
y mi pasión de hierro.
Sí soy capaz de todo,
(ya te lo demostré),
porque, aunque tú no lo sepas,
te supe hacer feliz,
feliz, incluso a ti.
Puedo hacerlo otra vez,
mas con otra mujer.
Si te sientes conmigo
más sola que la una,
espera hasta mañana,
quédate con tu ombligo.