Nunca he perdido las ganas.
Por más momentos que hubiera,
pese a todas las tristezas,
aquí sigo, de una pieza,
y con éste ya son treinta.
Treintañero, de experiencia,
las piernas ya no me tiemblan,
tampoco mi voz se quiebra.
Puedo mirar a los ojos
y no perder la cabeza
al contemplar la belleza,
y no perder la paciencia,
al tratar con algún mierda.
Tampoco he perdido el alma,
que, con mi cuerpo, está sana,
sin ser por completo santa.
Mi piel se ha vuelto más dura,
como una tela de piedra,
pero, a las caricias, tierna,
suave, de niño en su cuna;
como una tela de piedra
para las hostias que llegan.
Sigo bailando en la pista,
y subido a la tarima;
sigo leyendo poemas,
o tratados sobre mística.
Estoy tan lleno por dentro,
de vivencias, sentimientos,
de chistes y de esperpentos,
que por fuera se me nota
(o eso espero, o eso espero)
la mezlca sutil y densa
de fortaleza y contento,
de sonrisa y de nobleza,
en un cóctel que rebosa.
A la espera está Alemania,
todo el reconocimiento,
un camino jacobeo;
y todo el trigo en el pelo,
en los ojos, mar azul,
en los ojos, verde olivo,
que vayan del yo me mí
hasta el tú, te, ti, contigo.
Un señor que cumple treinta,
un cocinicas de veras,
un profesor en potencia,
un amante con espera,
un usted, un sirvergüenza.
¡El que todavía sueña!
© by I.M.C.
Por más momentos que hubiera,
pese a todas las tristezas,
aquí sigo, de una pieza,
y con éste ya son treinta.
Treintañero, de experiencia,
las piernas ya no me tiemblan,
tampoco mi voz se quiebra.
Puedo mirar a los ojos
y no perder la cabeza
al contemplar la belleza,
y no perder la paciencia,
al tratar con algún mierda.
Tampoco he perdido el alma,
que, con mi cuerpo, está sana,
sin ser por completo santa.
Mi piel se ha vuelto más dura,
como una tela de piedra,
pero, a las caricias, tierna,
suave, de niño en su cuna;
como una tela de piedra
para las hostias que llegan.
Sigo bailando en la pista,
y subido a la tarima;
sigo leyendo poemas,
o tratados sobre mística.
Estoy tan lleno por dentro,
de vivencias, sentimientos,
de chistes y de esperpentos,
que por fuera se me nota
(o eso espero, o eso espero)
la mezlca sutil y densa
de fortaleza y contento,
de sonrisa y de nobleza,
en un cóctel que rebosa.
A la espera está Alemania,
todo el reconocimiento,
un camino jacobeo;
y todo el trigo en el pelo,
en los ojos, mar azul,
en los ojos, verde olivo,
que vayan del yo me mí
hasta el tú, te, ti, contigo.
Un señor que cumple treinta,
un cocinicas de veras,
un profesor en potencia,
un amante con espera,
un usted, un sirvergüenza.
¡El que todavía sueña!