domingo, 21 de febrero de 2010

De profudis clamaui ad Te

Apiádate, Señor,
de nuestro corazón,
que necesita amor,
que necesita amor.
Los besos de la madre,
las caricias del padre,
los abrazos de hermano;
de abuelas con paciencia
pellizcos en mofletes,
del abuelo gruñón,
buenos espaldarazos;
Apiádate, Señor,
de nuestro corazón,
que necesita amor,
que necesita a mor.
Del amigo, sonrisas,
apretones de manos,
jugarretas graciosas.
Del jefe, menos bronca.
De los padres políticos,
aceptación correcta.
Apiádate, Señor,
de nuestro corazón.
De la amante en la cama,
cuyas piernas se enroscan
a este cansado tronco,
con tentación dulcísima,
dulcísima condena,
gestos entrecortados,
cabalzagón perruna,
afecto deseante
esculpido en la carne;
de la amante en la vida,
compaña de fortuna,
bastón en la derrota,
bandera en la victoria,
dignidad en penuria,
humildad en ricura,
una mirada dulce,
un recuerdo común,
una vergüenza junta,
intimidad secreta.
Apiádate, Señor,
de nuestro corazón,
que necesita amor,
que necesita amor.
De Ti que siento, a veces,
tan lejos o tan cerca,
como existencia muerta,
como vida perpeuta,
una querencia tierna,
solicitud en vela.
Apiádate, Señor,
de nuestro corazón,
que necesita amor,
que necesita amor.

© by I.M.C.