Yo estoy lejos de la vida
y espero que el aire fresco
robe la brisa podrida.
Miro en espejos añejos
los despojos de unos ojos
que al mirar no se reflejan.
Me da miedo penetrar
la soledad sin final
de un alma que no se acerca.
Sé tantas cosas que sé
que la muerte no es de broma
y que el amor jamás sobra.
Escribo en noches cansadas,
ojos de mirada oscura,
turbada por la pregunta
eterna del beso bomba.
No lloro más, nada vale
perder sales minerales
por lacrimal afligido.
Sólo espero carne tersa,
lienzo de blancura buena,
sólo espero, mujer tierna,
un carro de sueños quedos
para tocar, con mis dedos,
la cordura de tu pelo,
un carro de sueños quedos
que me lleven, sobre ruedas,
a recovecos secretos,
a secretos recovecos.
Yo te espero, yo te espero
pero el cuerpo queda viejo
y dura menos mi aliento,
se enacencen mis adentros,
se doblegan mis afueras
se aburre mi mente enferma
en espera que no cesa.
¿Dónde estás, hada, sirena?
Te veo en fotografías
blancas casas, altas peñas,
mares, calas, playas, piedras.
¿Dónde estás que no te veo?,
y cada vez que me vuelvo
me encuentro y pierdo en desierto
La paciencia se termina
también las ensoñaciones,
y el cincel que perfilaba
los pómulos de tu cara,
tu corazón de entereza,
conoce tan bien los puntos
que se aburre en la piquera.
No estoy triste, pues intuyo
que tontamente sabré
cómo encontrarte en la masa
que pasa pisando fuerte,
un oleaje que arrasa.
Te esperaré sin nostalgia,
al saber, en lo profundo,
que volveremos a casa.
y espero que el aire fresco
robe la brisa podrida.
Miro en espejos añejos
los despojos de unos ojos
que al mirar no se reflejan.
Me da miedo penetrar
la soledad sin final
de un alma que no se acerca.
Sé tantas cosas que sé
que la muerte no es de broma
y que el amor jamás sobra.
Escribo en noches cansadas,
ojos de mirada oscura,
turbada por la pregunta
eterna del beso bomba.
No lloro más, nada vale
perder sales minerales
por lacrimal afligido.
Sólo espero carne tersa,
lienzo de blancura buena,
sólo espero, mujer tierna,
un carro de sueños quedos
para tocar, con mis dedos,
la cordura de tu pelo,
un carro de sueños quedos
que me lleven, sobre ruedas,
a recovecos secretos,
a secretos recovecos.
Yo te espero, yo te espero
pero el cuerpo queda viejo
y dura menos mi aliento,
se enacencen mis adentros,
se doblegan mis afueras
se aburre mi mente enferma
en espera que no cesa.
¿Dónde estás, hada, sirena?
Te veo en fotografías
blancas casas, altas peñas,
mares, calas, playas, piedras.
¿Dónde estás que no te veo?,
y cada vez que me vuelvo
me encuentro y pierdo en desierto
La paciencia se termina
también las ensoñaciones,
y el cincel que perfilaba
los pómulos de tu cara,
tu corazón de entereza,
conoce tan bien los puntos
que se aburre en la piquera.
No estoy triste, pues intuyo
que tontamente sabré
cómo encontrarte en la masa
que pasa pisando fuerte,
un oleaje que arrasa.
Te esperaré sin nostalgia,
al saber, en lo profundo,
que volveremos a casa.
© by I.M.C.