El creativo a Venus asexúa,
transforma el gozo erótico carnal
en sublimada masa amorfa muerta
apta para frustrados niños padres.
Detrás del ronroneo del anuncio
gatos combinan sexo y castración,
donde danzan de serie vencedoras
encarnaciones divas, simulacros,
que se pagan con precio de anorexia,
implantes de abundancia silicónica,
lágrima maquillada de maltrato,
castigo autoinfligido de gimnasio.
Se vende una compresa, una cuchilla,
antiedad tres-en-uno, crecepenes,
varios del desvarío sucedáneo,
necesidad ficticia delirante
que inculca con mil voces el sistema
filtradas por portón subliminal.
Exuberancia falsa, de apariencia
revela en comprador honda carencia;
resolver con la prótesis adicta
de tarjeta de crédito y descrédito
las compras que no sacian sed del alma:
cuántos vestidos nuevos, zapatillas,
crema depilatoria, gargantillas,
vehículos que elongan impotencia,
bisturíes que frenan la bizquera.
La máquina permite tomar parte
en fiesta democrática, consumo,
mas pone condición de censo abierto:
tener papel moneda, papeleta,
ceder el pensamiento porque pesa,
obedecer sin ciencia ni conciencia,
buscar seguridad ante el distinto.
Con dinero se compra el ser feliz.
Lo dicen los anuncios: sí, sí, sí.
© by I.M.C.
No hay comentarios:
Publicar un comentario