Rumiante de realidades
inaprensibles cortantes,
la capa de cal protege
los adentros del faquir,
mas los vidrios y metales
atragantan yugulares
de indigesta digestión;
deja ya de mascar hueso
de sorbete rechinante
aliñado con la caspa
de los hombros de otros hombres.
Abandona los batidos
en cien contiendas ganados,
vencidos con premio amargo.
No sigas con el antojo
de delicias de despojo,
aspirando por la cánula
fosfatos de penas agrias
que perforan el tabique
separador de hemisferios;
en vez de regurgitar
para saborear con calma
intranquila de nostalgia,
anímate a vomitar
y desprenderte por siempre
de ese magma alimentario
pasado que ya no vuelve.
Tienes gigante el estómago,
más que tripas, corazón,
el loto de las mil hojas
que ofreces a cada paso
con los ojos y la boca.
Animal de carga y tiro
que arrastra con dignidad,
raudo como el viento antiguo,
cualquier carga, cualquier peso,
y recorre travesías
a la zaga del primero.
© by I.M.C.
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