domingo, 13 de julio de 2008

La dama de la guadaña (Recuperando el ritmo de la rima)


¡Qué seductora dama, no envejece!
Ella que te acaricia con su peine,
luego clava sus púas en tu testa.
Te ofrece un bebedizo del demonio,
tres partes de heroína y una de agua
en copa intravenosa de mal émbolo.
El barman te da charla mientras piensas
si la tomas ahora o si la esperas.
El cubil de negrura sigue abierto
por si queréis subir en noche eterna
para asfixiar alivios y tristezas,
en un abrazo único de sangre
entre lector podrido virginal
y dama donjuanesca pero fiel,
pues jamás, como mantis, deja amantes.
Si la vida en el juego movió ficha
y mano perdedora repartió
y cartas una a una de ceniza
y si perdió el ludópata afición,
el guiño de la vida fue farol,
el tapete es injusto y la ruleta
y Dios tiene bastante con su dado.
Las luces de la sala ya se apagan
y no hay amor sin pago ni saber
ningún as en la manga ni baraja,
ni apuesta ganadora ni parné.
Y el pago del cartón no es dinerario
sino en divisa horaria y vitalicia.
La dama mira el juego en la distancia
designa con los ojos la matanza.
Si alguno tiene prisa por yacer
tumbado en coito triste interrumpido
y siente que guadaña ya segó
todo cuanto importaba o importó,
si en alguien no hay olvido ni perdón,
que no espere su turno según lista
y corra voluntario hacia el salón,
el baile con la muerte es lo mejor.

© by I.M.C.

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