Tú que estás en la distancia
distante de la demencia,
que navegas entre locos
con un timón de inocencia,
de pueril madurez rota,
llevas camisa de Armani,
llevas camisa de fuerza;
tus gafas polarizadas
no te sirven entre sombras,
ni en las noches veraniegas,
ni en las noches de neblina,
cuando alumbra con luz tenue
la farola de la luna;
si llevas el alma umbría,
el rocío de tus lágrimas
no refresca, sólo enturbia;
y respondes en ataque
que tu cabeza no es hueca,
que la cruzan mil saetas
de pensares y sentires
que de verlos temblarían;
tu cabeza pesa, pesa,
como un balón ortopédico
que si lo lanzas te parte;
pero el corazón bombea
y tú sigues aquí vivo;
vuelves, vienes, estás, eres.
Pregúntate en tu caverna
de locura paneresca
si llevas tú la semilla
del saber zen que ilumina
pero los encadenados
si dudaran matarían.
Ofidal, diazepam,
anfetaminas, prozac;
camisa de fuerza química
para las mentes bullentes,
que unas veces son geniales,
y crean obras de arte,
que otras veces se suicidan,
son como muertos vivientes,
son como vivos murientes.
© by I.M.C.
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