martes, 15 de julio de 2008

Amor: memento uiuere


Al final el amor es lo que cuenta,
del Banquete platónico sin cuenta,
ni factura, ni precio, ni desprecio,
saltar del uno al dos y luego al todos.
Corazón en su salsa con fragancia
de perfumado aliento de jazmín.
Ni yugo conyugal ni collar vítreo,
las cuentas del amor perforan, perlas,
los rosarios de auroras y de noches.
Por el amor de Dios, por el amor
de diosa, de princesa, de valiente:
el corazón de pétalo promete
premisas prometeicas promisorias.
No existe bello mal de pan dorado,
ni existe Epimeteo de deseo,
que somos todos alma alma alma,
porque somos nutricios investidos
del respiro invisible creador.
Al final el amor es lo que cuenta,
y rendirse imposible, sí rendir
las sumas y las restas del placer,
de la seda, la mano, del abrazo.
El amor es verdad, es paz y bien,
trascendencia de carne y de papel,
de voz, de vez, de vicios y de yo.
Perdón, perdón, perdón nace de amor.
Pedernal detersivo personal,
el amor es regalo regalado
que gana más valor de mano en mano,
que en cíclico reterno nietzscheano
vuelve a aquel que lo entrega, acrecentado.
El amor al cambiar no muda mudo
pero su revolcón voltea el mundo;
al disfrazar su cara de persona,
te dice "sigo aquí, quita la máscara",
te dice "soy el mismo por la entraña";
si tras osar de duelo en el osario
inhumas crematorio tus cadáveres
de rabia, indignación, dolor e ira,
puedes tomar su mano nuevamente
y ver en rostros nuevos ojos viejos,
bellos vellos en montes sin calvario
de Diotimas sagradas pero ignotas,
de Venus con conciencia y con anhelo,
dichoso al compartir libre de encierro.

© by I.M.C.

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