martes, 27 de abril de 2010

Cada noche Última Cena


Contigo las noches
nunca se hacen largas,
ni frías, ni tontas.
Porque tú preparas
cuanto necesito.
Porque yo cocino
cuanto deseabas.
Menú cada noche,
que no se desgasta
con rutina diaria.
Entrante: palabras;
sueños: ensalada;
vaso de saliva;
licor de sudor;
música: tu voz;
luz: mis ojos grandes;
perfume: tu aliento;
lugar: nuestra cama.
Ponme de primero
cuello con espalda,
mordisquito en dedos,
o los pies con baba.
De segundo tienes
lengua de paseo
por tu cuerpo entero,
besitos pequeños
y labios cubanos;
para el picoteo:
costillas, cosquillas,
sonrisa y jadeo.
De postre no más:
dormir abrazados.
Buena cocinera,
cocinero bueno,
me sientes cenando,
cenando te siento;
Cocinera buena,
yo buen cocinero,
me cenas sintiendo,
sintiendo te ceno.


© by I.M.C.

Pasatiempo de Benedetti


Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía

luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque era océano
la muerte solamente
una palabra

ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte
de los otros

ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.

© by Mario Benedetti (RIP)

sábado, 17 de abril de 2010

If you think you're lonely now


Espera hasta mañana
y sabrás lo que es bueno:
nadie tocará tu espalda,
ni escuchará tu voz trueno
quejarse de la jornada.
Espera hasta la noche
y sabrás cómo duele
no mirar a los ojos
de alguien que bien te quiere
(de alguien que bien te quiso).
Espera sólo un poco
y añorarás mis brazos,
de dulce fortaleza;
cuando hizo frío fuera,
siempre te sostuvieron.
Tú, que me reprochaste
cuanto no tengo o sobra,
cuanto comprar no pude,
las demasiadas caricias,
o la poca seriedad.
Espera hasta mañana
y me recordarás:
con masajes de besos,
o con muerte por ti,
desde orgasmo a defensa.
Tú, que me reprochaste
no ser míster perfecto,
calvorota, bajito,
sin ojos a la par,
redondo como el pan.
Pero no olvides nunca,
el temblor de mi voz,
al pronunciar tu nombre,
el temblor de mis manos,
al describir tu cuerpo;
el vigor de mi abrazo,
cuando estuviste triste.
Si ahora crees que estás sola,
no tengas tanto miedo,
es posible seguir,
pero es mucho más triste.
Espera hasta mañana
otro milagro, nuevo;
yo me voy con mi sombra,
mi corazón de cuero,
y mi pasión de hierro.
Sí soy capaz de todo,
(ya te lo demostré),
porque, aunque tú no lo sepas,
te supe hacer feliz,
feliz, incluso a ti.
Puedo hacerlo otra vez,
mas con otra mujer.
Si te sientes conmigo
más sola que la una,
espera hasta mañana,
quédate con tu ombligo.

miércoles, 14 de abril de 2010

Treinta gracias


Abrazos de los amigos,
los besos de las amigas,
las ciudades que he vivido,
las personas que he ganado,
los amores que vendrán
o debían terminar;
la sonrisa en la mirada,
fortaleza en cuerpo y alma;
las carreras, los estudios,
los países, con Italia,
los países, Alemania;
la alegría, el optimismo,
la felicidad de ser,
enseñar el propio idioma,
escribir varios poemas,
donde se apaguen las penas;
nadar mil seiscientos metros,
soñar mundos, tocar caras;
pasearme con la lengua
por una espalda muy larga;
o dar besitos pequeños
en párpados y garganta;
sudar de placer con calma;
estar solo sin nostalgia;
volver a filosofía,
romper cadenas antiguas;
mirar las metas más altas
y desear alcanzarlas;
querer bien, con rectitud,
ser leal, sin vil engaño;
ser capaz de dar amor,
satisfecho al recibirlo,
poder perderme en honduras,
sin que falten las palabras,
y no sean inventadas.
Despertar cada mañana,
sin doler, sin insultar,
cantando canciones raras.
Por todo eso doy gracias,
treinta veces, y otras tantas.
© by I.M.C.

AUTORREGALO

Nunca he perdido las ganas.
Por más momentos que hubiera,
pese a todas las tristezas,
aquí sigo, de una pieza,
y con éste ya son treinta.
Treintañero, de experiencia,
las piernas ya no me tiemblan,
tampoco mi voz se quiebra.
Puedo mirar a los ojos
y no perder la cabeza
al contemplar la belleza,
y no perder la paciencia,
al tratar con algún mierda.
Tampoco he perdido el alma,
que, con mi cuerpo, está sana,
sin ser por completo santa.
Mi piel se ha vuelto más dura,
como una tela de piedra,
pero, a las caricias, tierna,
suave, de niño en su cuna;
como una tela de piedra
para las hostias que llegan.
Sigo bailando en la pista,
y subido a la tarima;
sigo leyendo poemas,
o tratados sobre mística.
Estoy tan lleno por dentro,
de vivencias, sentimientos,
de chistes y de esperpentos,
que por fuera se me nota
(o eso espero, o eso espero)
la mezlca sutil y densa
de fortaleza y contento,
de sonrisa y de nobleza,
en un cóctel que rebosa.
A la espera está Alemania,
todo el reconocimiento,
un camino jacobeo;
y todo el trigo en el pelo,
en los ojos, mar azul,
en los ojos, verde olivo,
que vayan del yo me mí
hasta el tú, te, ti, contigo.
Un señor que cumple treinta,
un cocinicas de veras,
un profesor en potencia,
un amante con espera,
un usted, un sirvergüenza.
¡El que todavía sueña!

© by I.M.C.

miércoles, 7 de abril de 2010

Verás, verás (Vedrai, vedrai by Luigi Tenco)


Cuando llego derrotado
por los alumnos sin alma,
después de las clase largas,
y mi ceño está fruncido,
y mi pecho, contristado,
tú me mimas como a un niño,
y me pasas por el pelo
tus dedos que son muy blandos,
púas de carne y ternura.
Yo te prometí mil mundos,
te los sigo prometiendo,
pero la vida que tienes
no es aquello que soñábamos,
pero la vida que tengo
no es aquello que soñábamos:
tú, princesa en tu palacio,
yo, príncipe enamorado.
Verás cómo llega el día
en que todo ha de cambiar,
quizás no sea mañana,
pero todo cambiará.
Preferiría, mejor,
saber que lloras, vencida,
y oír reproches dolidos,
culpas de desilusión,
y no verte, siempre, siempre,
más dulce que miel milflores,
mientras aceptas, de mí,
las cositas que te llegan.
La verdad, me desespera
el pensar en los dos juntos
para concluir que no puedo
darte cuanto debería.

© by I.M.C.

Pinceles enredados

Poema de M. S., A Ignacio

Panta Rhei

Sólo dejaste un vestido,
un diccionario de latín,
un recuerdo perdido.
Y un abrazo muerto
de frío, y un aroma
que se impregna
bajo el triste hastío
de versos que te nombran,
tal vez, porque
te fuiste fluyendo.
Tal vez porque
fuiste parte de un río,
una gota de agua,
un momento suspiro.