Del extremo al extremo del colchón
ruedo en piruetas locas, descansadas,
saltimbanqui volante en circo extraño
sobre mullido suelo flexionado;
me faltan los repliegues de tu carne,
ambrosías y néctares de ombligo,
comida conducente hasta el Olimpo.
¡Qué distinto el olor de mis mañanas,
sin deliciosa lluvia delicada,
sudorosa humorada que se corre,
rimel de caricias blandas!
Me dejas sordomudo con la ausencia,
pero tus signos cálidos despiertan
la mirada risueña de un sonámbulo,
recobro las palabras ipso facto,
gasto saliva trémula, deseo
obedecer a ciegas tu sextante
tu derrota, tu brújula, tu lengua.
© by I.M.C.
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