Hacer poesía a kilos,
como trapero barato,
parece tarea fácil,
juego de tedio y regalo,
pero se requieren manos,
pero se requieren mano:
unas manos solitarias,
que persigan distraídas
palabros y palabrillas,
sentimientos sin cuartilla,
que acaricien sudorosas
la piel áspera de un lápiz,
en vez de adentrarse en muslos,
más tiernos que gelatina,
de dureza diamantina,
estrechos como una mina.
El precio del orgasmo literario,
a veces gatillazo, a qué negarlo,
asciende a descendencia no encargada,
a feto que se aborta en el camastro,
al reclamar la hembra espaldarazos
que con gusto daría todo macho,
y recibir respuesta de rechazo.
Escriba imperativo del adentro,
dictado sin dechado de lo oculto,
obliga a no yacer por poesía,
parentética vuelve ansia canina,
mientras las musas vuelan, dolorosas,
con la vaina ofendida pero intancta.
como trapero barato,
parece tarea fácil,
juego de tedio y regalo,
pero se requieren manos,
pero se requieren mano:
unas manos solitarias,
que persigan distraídas
palabros y palabrillas,
sentimientos sin cuartilla,
que acaricien sudorosas
la piel áspera de un lápiz,
en vez de adentrarse en muslos,
más tiernos que gelatina,
de dureza diamantina,
estrechos como una mina.
El precio del orgasmo literario,
a veces gatillazo, a qué negarlo,
asciende a descendencia no encargada,
a feto que se aborta en el camastro,
al reclamar la hembra espaldarazos
que con gusto daría todo macho,
y recibir respuesta de rechazo.
Escriba imperativo del adentro,
dictado sin dechado de lo oculto,
obliga a no yacer por poesía,
parentética vuelve ansia canina,
mientras las musas vuelan, dolorosas,
con la vaina ofendida pero intancta.
© by I.M.C.
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