domingo, 21 de febrero de 2010

Remembering when...

Se acabó lo que se daba,
y no hay nada que decir;
se acabó lo que te daba,
mas quisiste despedir;
se acabó lo que me dabas,
y yo me quise morir.
No me vale ver mi nombre,
labrado en mármol libresco,
rendición de cuentas tontas.
Ya no importa, ya da igual.
Ya lloré, como los otros,
que no soy excepcional,
triste mar de palangana,
henchido de vientos e ira,
furioso como huracán,
despreciado como can.
Yo que ya tenía el alma
bastante despedazada,
ya conozco de memoria
todas las canciones tristes:
me dejaron la mirada
más negra que de costrumbre,
de desencanto tiznada,
carbón sin dulzura reina.
Me digo, curiosamente:
"casi te mueres, amigo,
pero, joder, sigues vivo.
No bizquees por belleza,
elige con tiento y tino,
que para andar el camino,
calen cuerpo, cor y testa".

© by I.M.C.

PROGRESSIVE RIP


Yo vivo en una ausencia que me envuelve,
cual dosel de neblina o de tristeza,
como niño burbuja en dura cuna.
Nadie canta una nana por la noche,
suena el silencio hueco de la nada,
el polvo abofetea cara sana,
bailan las soledades en la sala.
Incluso el yo nacido de cesárea,
cesura de existencia sincopada,
grita sin solución disueltos aes,
adornados con hache en su final,
para ilustrar así propios pesares.
Vivo, pues, en ausencia descompuesta,
un papel de regalo no eligido,
envuelve mi presencia en este mundo.
Palabras del poeta suenan hueras,
quejidos literarios, pura estética.
Dice que nacimiento es promisorio,
de llevar vida buena, santa, noble.
Degusto mientras tanto rara muerte,
con andar hormiguero un sinvivir,
que sisa mansamente los minutos
al paso que soñamos futuribles
en ausencia envolvente, sempiterna.
Arrancado de cuajo al ser del Ser,
dejo la ontología en una esquina,
cortante como sable de barbero,
que no sabe elegir oreja o cuello.
Ya no me queda yo, ficción perversa,
ni vida que vivir, ni alma, gélida.
El No-Ser devoró lecho de ausencia.
Ahora ni estoy ni soy,




flujo de inexistencia.
Ni velo, ni envoltura, ni persona,
ni sujeto, ni verbo, ni sentencia,
ni elipisis tracionera, ni quehaceres,
ni pasiones, sólo aniquilamiento.
Los puntos supendidos del gramático
...
Sin eco un epitafio ni lectores
el silencio perpetuo de la muerte.

© by I.M.C.

De profudis clamaui ad Te

Apiádate, Señor,
de nuestro corazón,
que necesita amor,
que necesita amor.
Los besos de la madre,
las caricias del padre,
los abrazos de hermano;
de abuelas con paciencia
pellizcos en mofletes,
del abuelo gruñón,
buenos espaldarazos;
Apiádate, Señor,
de nuestro corazón,
que necesita amor,
que necesita a mor.
Del amigo, sonrisas,
apretones de manos,
jugarretas graciosas.
Del jefe, menos bronca.
De los padres políticos,
aceptación correcta.
Apiádate, Señor,
de nuestro corazón.
De la amante en la cama,
cuyas piernas se enroscan
a este cansado tronco,
con tentación dulcísima,
dulcísima condena,
gestos entrecortados,
cabalzagón perruna,
afecto deseante
esculpido en la carne;
de la amante en la vida,
compaña de fortuna,
bastón en la derrota,
bandera en la victoria,
dignidad en penuria,
humildad en ricura,
una mirada dulce,
un recuerdo común,
una vergüenza junta,
intimidad secreta.
Apiádate, Señor,
de nuestro corazón,
que necesita amor,
que necesita amor.
De Ti que siento, a veces,
tan lejos o tan cerca,
como existencia muerta,
como vida perpeuta,
una querencia tierna,
solicitud en vela.
Apiádate, Señor,
de nuestro corazón,
que necesita amor,
que necesita amor.

© by I.M.C.

sábado, 13 de febrero de 2010

Feliz cumpleaños para mí

Todavía soy un niño
pero mi piel ya se queja,
los músculos se entumecen,
las arrugas evidencian
que la espuma de los días,
después de champán, de fiesta,
surca el cuerpo con estrías.
Sancho Panza quijotesco,
en el sesgo de mis ojos
se adivina intención recta.
En ceniza, que alborea,
se entremezcla la inocencia,
de inmaculada pureza,
con clapas de caspa rancia,
pues la vida siempre afeita.
Todavía soy un niño,
un niño que cumple treinta (30),
¡tantos días de existencia!,
¡cuántos besos, cuántas hostias,
abrazos, risas, condenas!
La vida vale un riñón,
un riñón y lo que queda
para hacer cada mañana
un rito de amor y guerra,
para vencer, en paz sana,
soledades y tinieblas;
para escuchar más canciones
cantadas por almas negras
cuyo amor en cada nota
borbotea, borbotea;
para besar, sordo a ciegas,
un cuerpo con oquedades
y un corazón de luz plena.
Quiero llorar como siempre,
quiero reír, sin barreras,
que me griten los prudentes:
"Usted, el que no se aquieta,
inmaduro sin careta".

© by I.M.C.