De tanto soñar despierto
de verdades soñoliento,
quisiera cerrar los ojos
que siempre los tengo abiertos.
De tanto callar sereno,
anquilosado por dentro,
quisiera cantar a coro
cantos de amor y deshielo.
Regresar del retiro voluntario,
pensar por un momento una palabra,
adivinar efectos paradójicos
labrados en sonido y en afecto,
creer, por un segundo, que es posible
retorcer las palabras a mandobles
para decir lo nuevo con lo antiguo.
Luego realidad rauda resitúa
los afanes dispersos del filólogo,
lo pone de un sopapo cotidiano
entre el vulgo que vive a dentelladas,
como peón de escaques sin cerebro,
como sota de bastos y gañanes.
Socrático silencio desvirgar
exige un empujón y algún olvido
y la vana creencia en el discurso
que el berbiquí de verbos ya trepana
en la lengua que sangra y el cerebro.
de verdades soñoliento,
quisiera cerrar los ojos
que siempre los tengo abiertos.
De tanto callar sereno,
anquilosado por dentro,
quisiera cantar a coro
cantos de amor y deshielo.
Regresar del retiro voluntario,
pensar por un momento una palabra,
adivinar efectos paradójicos
labrados en sonido y en afecto,
creer, por un segundo, que es posible
retorcer las palabras a mandobles
para decir lo nuevo con lo antiguo.
Luego realidad rauda resitúa
los afanes dispersos del filólogo,
lo pone de un sopapo cotidiano
entre el vulgo que vive a dentelladas,
como peón de escaques sin cerebro,
como sota de bastos y gañanes.
Socrático silencio desvirgar
exige un empujón y algún olvido
y la vana creencia en el discurso
que el berbiquí de verbos ya trepana
en la lengua que sangra y el cerebro.
© by I.M.C.
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