El cuerpo nos pidió volver a casa,
brindó señal de alarma irrefutable,
le recordó al futuro los peajes
del presente que vive quien arriesga.
Pagamos porcentaje a santo mánager,
alquilamos la casa, sin nostalgia,
con luz de ilustración, de interruptor.
Pagamos internet, contrato breve.
Enseñamos palabras y los dientes
a los niños que creen que España es nada:
siesta, fiesta, shakira, Cuba. ¡Basta!
Buscábamos grandeza respetuosa,
encontramos, salvando las distancias,
gentes de cuerpo grande, dominadas,
por el control ajeno y la obedencia,
personas sin amor y con amok,
redondeces con hijos sin un padre,
hechas de mahonesa y chocolate,
no nacidas de gusto por comer,
sino grises montones de tristeza
debida a sal y azúcar que les falta,
al frío, dentro y fuera, que los mata.
Vivivmos la ficción de ser ciudad,
siendo pueblo, sin universidad.
Vivimos la distancia en Deutsche Bahn,
tan lejana y tan cara, que no acaba.
A(r)renales quedamos sin ser playa,
de nadar en el agua tropicana.
Libres del yugo-sangre, pese a todo,
conquistamos prestigio, gente, amigos.
La operación retorno es intervivos,
y supone treintena, paro, filo,
volver a lo podrido, sin sentido.
Y sin embargo, importa, aquí seguimos,
en la brecha de siempre, por volver,
con corazón que sabe a fortaleza,
dispuestos a querer y a que nos quieran,
con ganas de probar lo excepcional,
porque vivir la pena, bien lo vale,
porque vivirlo, bien vale la pena,
porque vivirla bien, pena, lo vale.
brindó señal de alarma irrefutable,
le recordó al futuro los peajes
del presente que vive quien arriesga.
Pagamos porcentaje a santo mánager,
alquilamos la casa, sin nostalgia,
con luz de ilustración, de interruptor.
Pagamos internet, contrato breve.
Enseñamos palabras y los dientes
a los niños que creen que España es nada:
siesta, fiesta, shakira, Cuba. ¡Basta!
Buscábamos grandeza respetuosa,
encontramos, salvando las distancias,
gentes de cuerpo grande, dominadas,
por el control ajeno y la obedencia,
personas sin amor y con amok,
redondeces con hijos sin un padre,
hechas de mahonesa y chocolate,
no nacidas de gusto por comer,
sino grises montones de tristeza
debida a sal y azúcar que les falta,
al frío, dentro y fuera, que los mata.
Vivivmos la ficción de ser ciudad,
siendo pueblo, sin universidad.
Vivimos la distancia en Deutsche Bahn,
tan lejana y tan cara, que no acaba.
A(r)renales quedamos sin ser playa,
de nadar en el agua tropicana.
Libres del yugo-sangre, pese a todo,
conquistamos prestigio, gente, amigos.
La operación retorno es intervivos,
y supone treintena, paro, filo,
volver a lo podrido, sin sentido.
Y sin embargo, importa, aquí seguimos,
en la brecha de siempre, por volver,
con corazón que sabe a fortaleza,
dispuestos a querer y a que nos quieran,
con ganas de probar lo excepcional,
porque vivir la pena, bien lo vale,
porque vivirlo, bien vale la pena,
porque vivirla bien, pena, lo vale.
© by I.M.C.
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