Anidarán otra vez
gotas de sudor ajeno
en el hueco de tu ombligo,
acantilado horizonte,
pájaros peninsulares;
La belleza en cueros nuevos
se anudará con tu vello;
el oleaje de cuerpo
espumará los placeres
hacia derrotas sin puerto
hacia victorias sin cuento.
Abrazarás con tus piernas
al extranjero que llega
con un capazo de rosas,
con hambre de lobo ciego.
Estará en sus dentelladas,
zarpazos atropellados,
la salvación más sutil,
la más excelsa miseria.
Serás la loba que llene
un vacío extemporáneo,
pellizcadora del alma,
gotero de pasión cálida.
No habrá música, ni velas,
ni pétalos en lechada,
ni ensoñación despierta,
ni poesía de letras.
La vida llegará como una bala,
calbagarás a lomos del orgasmo,
yunque del martillazo contra carne;
heridas manarán sangres distintas,
de un tajo sin poema, con urgencia.
No habrá otro futuro que el presente,
que eléctrico se afana en la descarga.
No ha de durar chasquidos un instante.
Más tarde quizás pienses: ¡qué pobreza!
pero repetirás con otros rostros,
buscarás ser martillo y ser jineta.
Más tarde quizás pienses: ¡qué pobreza!
pero repetirás con otros rostros,
buscarás ser martillo y ser jineta.
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