El silencio del silencio
llegó por fin al lugar
y las palabras al viento
se pusieron a bailar.
El silencio se calló:
tus labios cortaron, dulces,
su aliento de soledad,
trueno que parte, de noche,
la negrura de lo triste
y la blancura lunar.
Algo se oyó, no sé qué,
mío resultó el misterio,
tuya la sapiencia antigua,
sibila de gran ciudad.
El silencio del silencio
puede parecer eterno
como el orgasmo del místico
pero es instante fugaz,
así que aplico el oído
para poder escuchar,
pues susurra sin nostalgia
y no repìte jamás.
El silencio del silencio
quiere siempre suceder,
pero es aborto, no nato,
espontáneo, natural;
equilibrista se estampa
en el abismo que media
entre mutismos absortos
que hablan, sordos, sin parar.
Revelado en desnudez,
el silencio del silencio
se erige en poema bello,
en filosofema abstruso,
en caricia con la lengua
que no roza piel alterna
mas cosquillea en el aire
las figuras del pensar.
© by I.M.C.
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