Migas de pan pasean
su miseria partida
por anónimas mesas;
recuerdos de opulencia,
excendentes de eructo,
indultos de la ingesta;
caminantes resecos,
monolíticos atómicos
contemplan el trasiego
del bar en queda ausencia;
paraíso de ácaros, cobijan,
en sus huecos,
vidas más diminutas;
libres de toda culpa,
sólo solas están,
monolitos memoria
del banquete sin nombre;
del ansia boquiabierto,
molar, deglutidor.
Luego, manos con prisa
maquinales y trémulas,
componen un mosaico
hecho de migas rotas,
unidas en violencia.
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