sábado, 9 de agosto de 2008

Con V de vivo

Del no ser seres surgimos,
y a la nada aniquilada
con aleteo volvimos.
Si lo nuestro fue un encuentro
de carne casual de cuerpo
con un aliento salvífico,
con un electrón de Dios,
que otros llaman alma en calma,
o si fue más bien un golpe
de células y neuronas,
una chispa repentina
cuya energía se agota
falta de continuidad,
y persiste discontinua
regando lo material,
todavía no sabemos,
ni lo queremos saber.
Sí, somos hombres con hambre,
sedientos de eternidad,
de dolor unamuniano,
de trágico sentimiento
curados por medicina
tradicional, secular:
el caliz vital se apura,
hasta las heces del vino
sin derramar una gota
que pueda ser otro sorbo.
Luego llega el bodeguero,
barman medio curandero,
el tiempo que cura todo,
incluso cura la vida,
un problema temporal
con su solución perpetua
de disolución etérea,
la respuesta que resuelve
el enigma transitorio,
moribundo, tanatorio,
y el polvo al polvo devuelve.
Para el anciano muriente
el pasado pantanoso
permanece tras el muro
que choca con el futuro,
y el día de cada día
es la fina tubería
por donde pasa la sangre,
camino de equilibrista.


© by I.M.C.

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